Cuando visitamos al médico, éste nos hace una serie de preguntas para conocer qué nos sucede. Dado el caso, nos manda hacer unas pruebas para saber más sobre nuestro cuadro clínico.
Del mismo modo, al afrontar un proyecto de edición digital, sobre todo si es innovador, hemos de enfrentarnos a una situación similar de indagación, para conocer a fondo qué vamos a necesitar, qué tecnología se puede usar y sobre todo, qué limitaciones nos vamos a poder encontrar por el camino para anticiparnos y evitar que el desarrollo de nuestro proyecto termine en un «development hell».
Es por eso que cuando un cliente viene con un nuevo proyecto o idea bajo el brazo para desarrollar, acostumbro a enfundarme la bata blanca de galeno y empiezo el necesario y siempre algo incómodo interrogatorio. En la mayoría de los casos la idea que tiene el cliente sobre su producto se ve limitada por detalles ajenos a su entusiasmo, y que vienen dados por la disparidad de posibles formatos, productos, dispositivos y circunstancias en las cuales se ha de desarrollar el libro electrónico o equivalente.
El esquema básico de mi cuestionario suele incluir preguntas como:
- ¿En qué dispositivos ha de poder rodar su libro? ¿Móviles, también ordenadores… (Mac, Windows…) ¿Lo limitamos a iPad, Android…?
- Importante: ¿su producto va a estar a la venta o será de distribución gratuita?
- ¿La publicación depende en parte de contenidos online?