Una de las cuestiones que aparecen invariablemente en los cursos de edición de libros electrónicos suele ser: ¿Cómo amortizo todo esto?
Y es que el mercado de los e-books adolece de muchos de los males del resto de productos digitalizados, y en concreto del Todogratuismo. En el inicio de la fiebre de las apps (2009-2010) la mayoría eran de pago (entre $1 y $5), incluso aquellas de una calidad o utilidad más que discutible. Hoy en día el panorama es distinto: con una AppStore saturada de aplicaciones de todo tipo, solo aquellas que son gratuitas y tienen un buen soporte de promoción detrás tienen una cifra de descargas significativas.
Con los libros pasa algo similar. Aunque es un mercado segregado, una gran parte de lectores de e-book buscan el producto gratuito, o al menos tienen preferencia por él. El ritmo de descargas de un producto de pago (a partir incluso de 0,99€) es mucho menor con respecto al producto de libre acceso, gratuito.
Entonces ¿dónde está el negocio, si ya nadie piensa en pagar ni un céntimo por comprar un libro electrónico?
Pues en ofrecerlos gratis.
Esto puede resultar chocante desde un planteamiento tradicional de la industria editorial, pero en la nueva economía digitalizada tiene todo el sentido. Recientemente percibo un incremento notable en las promociones de e-books gratuitos, cada vez más por parte de grandes empresas con intereses en el grueso de los consumidores, como pueden ser por ejemplo los bancos. También es una estrategia muy manida entre la miríada de expertos y gurús de nuevo cuño de los universos del Management o el Márketing Digital.
¿Cuál es el objetivo y el negocio que se halla detrás? El de influir.
Del mismo modo que las marcas contratan a agencias de comunicación con el encargo de diseñar campañas “virales”, el regalar libros electrónicos busca el mismo efecto: colocar una idea en el máximo número de mentes posible.
La particularidad del libro es que es un producto más asociado a la noción de “cultura” o “intelectualidad” que el audiovisual. Aunque esto es por supuesto una percepción, es mucho más sencillo encontrar vídeos de gatitos graciosos que libros.
Antes del libro electrónico, si teníamos la inquietud o necesidad de aprender más sobre finanzas domésticas, podíamos acudir a algún familiar o amigo con conocimientos, contratar a un asesor (menos común) o acercarnos a la biblioteca o librería más cercana en busca de algún buen libro que pudiera formarnos sobre ello.
Ahora, en la era digital del todogratuismo, podemos googlear a ver qué encontramos. Siempre será más cómodo que alguien nos ofrezca un libro gratis sobre ese tema que perdernos en decenas de páginas web que no están pensadas para una lectura cómoda.
Entonces, es más probable que acabemos descargando ese e-book y por lo tanto satisfacernos con esa opción. Con ello, estaremos comprando las ideas que los autores de ese libro nos quieran transmitir, y he ahí su negocio. ¿Qué vamos a encontrar en un e-book gratuito sobre finanzas domésticas editado por un banco? ¿Y en un libro de recetas publicado por un fabricante de pasta? Pues eso.
Además, la descarga de nuestro libro de “regalo” no será directa a través de un simple clic si no que por supuesto deberemos proporcionar nuestros datos personales, tanto de manera obvia como de forma más velada. Ya se sabe: cuando el producto es gratis es que TÚ eres el producto.
En una librería (o en varias) todavía podemos ejercer esa cierta libertad de elección que tenemos como consumidores. Al destinar nuestro dinero a la compra de un libro, podemos escoger a quién le damos nuestro crédito. Los autores y editores de esos libros de 10, 15, 20 euros/dólares cada uno, están apostando claramente por hacer de la escritura y la edición de esos libros su medio de vida. El que además pretendan difundir sus ideas ya forma parte de su elección pero no tanto de una estrategia comercial premeditada, que más bien consistirá en crear un producto de calidad para hacerse merecedor de más compradores.
De este modo, no es de extrañar que cada vez más el mercado editorial se enfoque hacia la producción y distribución de e-books gratuitos, que consigan moldear mediante la lectura las mentes de los consumidores de tal modo que consiga “precocinarlos” de cara a la compra de otros productos todavía libres de la ola de digitalización todogratuista.
En ese sentido, algunos grandes grupos editoriales han empezado a dar pasos en ese sentido, reconvirtiendo los libros en el eje sobre el cual pivoten toda una serie de productos relacionados. En el sentido contrario, las empresas que ofrecen esos productos finales crean libros electrónicos gratuitos como instrumento para atraer consumidores hacia sus productos.
Obviamente, no se trata de una estrategia nueva. Ikea colocaba un catálogo completo en cada buzón anualmente, por ejemplo. Sin embargo, la digitalización de estas prácticas y sus indiscutibles ventajas en cuanto al tipo de contenidos, costes de distribución y medición del impacto, sí. La buena noticia es que se seguirán necesitando maquetadores de e-books, escritores, fotógrafos, infografistas, correctores, etc.
A cambio, si todos nos acostumbramos a que nos regalen libros electrónicos para que olvidemos esa costumbre arcaica de pagar por ellos, ¿dónde quedará la posibilidad de elección? ¿hacia dónde irá la disponibilidad de alternativas? ¿qué ocurrirá con el pensamiento crítico?
Dejo estas cuestiones abiertas, para que cada quién medite una respuesta y, si lo desea, la comparta.
El negocio de los eBooks gratis
En el pasado Campus EmprendeLibro surgieron algunas ideas que relacionaban la tarea editora con nuevos modelos de negocio, entre ellos, la gratuidad de la lectura de contenidos y la monetización de esa actividad a través de, por ejemplo, la venta de datos de interacción de los lectores a terceros. No importa ahora el ejemplo porque nos pararíamos en discutir su idoneidad, ética, relevancia, etc. Lo importante es que si despejamos la premisa de que la monetización se realiza por la venta de un producto empaquetado y pensamos en que por un lado se ofrece contenido textual que podría ser algo distinto al concepto libro y por otro se cobran servicios asociados al mismo a agentes que ya no son el lector, aflorarán nuevos modelos de negocio; algo que, a la luz de cómo va el sector, no va a ser estratégico sino imprescindible de aquí a nada
Otra arista desde la cual puede verse este tema es desde la desvalorización que supone para el ebook ser el regalo gratis, el anzuelo, el hermano tondo de otro producto que si tiene un valor de mercado.
La estrategia de lo gratis para influir es muy vieja. Claude Hopkins (1866-1932) era una autoridad en este campo, podría decirse que el padre de la redacción publicitaria. Escribió el libro Publicidad Científica en 1923 explicando los métodos en los que se inspiran muchas campañas de marketing actuales. Cambian los soportes, pero los principios de la psicología de ventas funcionan igual.
Con la saturación de contenidos actual y los crecientes monopolios de la macroeconomía, si eres pequeño y quieres hacerte oír necesitas ofrecer contenidos de valor gratis o no te conoce ni el Tato.
Buen post, gracias por compartir.
Gracias por tu aportación Alejandro, que añade perspectiva al asunto.
Sin duda esto no es nuevo, pero el contexto de vivimos hoy en día de vivir perpetuamente inmersos en este océano de infoxicación hace que el ofrecer contenidos gratis en forma de libro sea la manera más aparentemente respetable de inculcar ciertas ideaas en la población
Vaya post tan interesante Ignacio. Me he quedado pensando. Gracias. Lo comparto. Un saludo.
Hola Ignacio, haces cursos de Photoshop presenciales en Barcelona? Gracias
Marta
Otra arista desde la cual puede verse este tema es desde la desvalorización que supone para el ebook ser el regalo gratis, el anzuelo, el hermano tondo de otro producto que si tiene un valor de mercado.