Nuevos formatos de publicación digital. (parte 1: publicar en redes sociales)

El mundo de la edición y publicación en formatos digitales ha pasado por diversos estadios de evolución. 

Al inicio, se trataba de vender ficheros (PDF, EPUB) con contenidos muy elementales (texto, algún gráfico) y que eran una copia más o menos fidedigna de un producto que siempre existía antes en papel, en forma de libro o prensa. Estos archivos se vendían protegidos con DRM a través de algún portal web como Amazon o La Casa del Libro, se compraban y descargaban desde un ordenador, que se encargaba luego de transferirlo al dispositivo portátil lector; típicamente un e-reader de tinta electrónica, pero también, y cada vez más, smartphones y tablets.

Este modelo de negocio sigue vigente, aunque quizás de una forma más agónica de lo que sería deseable. Mientras tanto, se fueron desarrollando más modalidades de producir, distribuir y consumir contenidos en formato digital. 

Con el advenimiento de los poderosos tablets, la industria editorial, sobre todo la prensa, se aventuró en una serie de iniciativas que buscaban evolucionar hacia un nuevo producto 100% digital, con contenidos interactivos muy atractivos y un negocio basado en la suscripción y en las “apps”.

Una vez más, a pesar de que la combinación tecnológica era bastante adecuada, la lógica del mercado hizo naufragar casi todas estas iniciativas por ser poco rentables. El público empezó a emplear sus dispositivos móviles (smartphones y tablets) para navegar por la web y sobre todo y de forma paulatina, para pasar el tiempo interactuando con las principales redes sociales.

Los productos digitales inspirados en el pasado analógico, o sea, en una lectura pausada y sobre todo concentrada en un contenido exclusivo, perdían progresivamente adeptos.

A día de hoy, podemos decir que el mercado de edición, producción e impresión digital de contenidos ha quedado sintetizado en el siguiente reparto cualitativo:

  • Los e-books: libros electrónicos que siguen siendo mayoritariamente de narrativa (novelas, ensayos) que explotan muy poco las capacidades tecnológicas posibles, y cuyo mercado mayoritario sigue siendo Amazon gracias al boom de la autoedición. Amazon ofrece una plataforma algo espartana pero muy eficiente para quien desea, simplemente, publicar su manuscrito y poca cosa más. Las editoriales han acabado delegando las ventas de sus ebooks en formato EPUB a tres o cuatro grandes distribuidoras (la propia Amazon, Apple, Google o, al menos en España, La Casa del Libro o El Corte Inglés). Los e-books en formatos más avanzados y atractivos como el EPUB3 siguen, de momento, siendo un producto marginal o directamente desconocido.

  • La web: la gran superviviente y la gran triunfadora por resistencia de todo el universo de los contenidos digitales, es hoy la piedra angular que sostiene los pocos periódicos en papel que todavía se siguen editando e imprimiendo (bajo pérdidas), y que una vez más –y esta vez parece que será la definitiva– han apostado por las suscripciones y los “muros de pago” o paywalls para poder ser viables sin depender tanto de una publicidad que cada día se muestra menos efectiva.

  • Las “apps”: en su día fueron una pequeña revolución, sobre todo dentro del área de los cuentos infantiles. Una revolución que se topó con los palos en las ruedas que representaban las complejidades tecnológicas asociadas (costes elevados de producción, necesidad de actualizar las apps por requisitos técnicos, cuando el contenido era el mismo, etc.) Hoy en día las apps son sinónimo de videojuegos o aplicaciones específicas para el ocio y el entrenimiento, o para la fotografía y el dibujo. Ya no es el territorio favorito de las editoriales como podría serlo hace siete u ocho años.

  • Las redes sociales: son sin duda las que tienen la hegemonía en esta época. Es donde la mayoría de los usuarios que están mirando una pantalla pasan la mayor parte del tiempo. Son contenidos de libre acceso, adictivos y muy interactivos. Por eso, evolucionan muy rápidamente desde el punto de vista tecnológico. Este fenómeno ha dado pie al surgimiento de un cierto mercado de consumo de contenidos dentro de estas redes, desde el comercio hasta la literatura.

¿Qué podemos hacer, a día de hoy, para plantear una estrategia exitosa de publicación de contenidos editoriales en formato digital? ¿Qué formatos serían los más atractivos y con mayor alcance? ¿Qué funcionalidades ofrecen, y qué hándicaps llevan consigo?

Para tratar de contestar a estas preguntas, a lo largo de una serie de artículos (de los cuales éste es la primera parte) haremos un breve repaso a cuatro posibles flujos y entornos de trabajo más novedosos, analizando caso por caso cómo se diseñan, editan y publican los contenidos de nuevo cuño, que serán en el fondo los productos de siempre (libros, prensa) dentro del paradigma actual:

Publicar libros y catálogos en Instagram (o Twitter)

Aunque pueda parecer una frivolidad, la edición y publicación literaria o comercial en esta red social (una de las más populares) puede servir para obtener la repercusión necesaria entre una audiencia de potenciales compradores y lectores de otros soportes, digitales o no. Por otro lado, Instagram es una escaparate excelente para nuestros productos y un trampolín imprescindible para nuestros sitios web.

En el caso de los libros, un autor o una editorial pueden emplear varias de las funcionalidades que lleva consigo la app de Instagram para difundir sus obras o crear productos colaterales y animen a la comunidad de posibles lectores. Un ejemplo lo podríamos encontrar en las célebres Stories.  Inspiradas en su día en los efímeros vídeos cortos de Snapchat, las stories son colecciones de fotografías o pequeños clips de vídeo que se pueden adornar con texto sobreimpreso, “stickers”, animaciones en formato GIF y toda una gama de widgets interactivos elementales. 


Combinando dichos ingredientes de forma hábil, es posible conseguir experiencias literarias altamente interesantes para los lectores. Éstos pueden enriquecer su experiencia cotidiana (más o menos prosaica) de revisar las stories de su red de contactos con fragmentos de obras, microrrelatos, poesía, etc (en el caso de obras literarias) o pequeños catálogos o revistas.

Este formato, aparentemente ligero, permite conocer con precisión no sólo cuántos usuarios nos leen, sino quiénes son; así como hacer un seguimiento pormenorizado del engagement de dichos usuarios, y añadir fácilmente elementos interactivos para conocer su opinión, valoración o reacción a nuestro contenido.

He aquí un breve y sencillo ejemplo: Hace unas semanas, una nueva revista literaria me pidió que escribiera algo (un cuento, un poema…) para su edición semanal. En lugar de simplemente adjuntarles un manuscrito borrador, típicamente escrito en Word o similar; maqueté un microrrelato usando Adobe InDesign. Un pequeño cuento con su cubierta y sus páginas ajustadas para el tamaño específico que requiere Instagram Stories (Full HD, 1080×1920 px, vertical), donde un texto con la tipografía libremente escogida fluye por marcos de texto a lo largo de unas ocho páginas. Nada en absoluto complicado para cualquier usuario de esta aplicación, aunque no sea experimentado. 

Al final, desde InDesign es un proceso absolutamente fácil e inmediato exportar el archivo en los tres formatos que me interesaban: un PDF, un RTF sólo con el texto y una serie de imágenes en formato PNG o JPEG. Éstas últimas son las que empleo para, a través de la app de Instagram, crear una nueva Historia a partir de ellas, como si fueran una serie ordenada de fotografías. Como colofón, es posible añadir una “pantalla” o página más a esta historia donde podemos interactuar con los lectores preguntándoles, por ejemplo, su grado de satisfacción con el relato. 


El microrrelato maquetado en InDesign (arriba) y el resultado final
 en forma de «story» de Instagram (abajo)



Aunque inicialmente estas historias sólo tienen una vigencia online de 24 horas, es posible archivarlas definitivamente en nuestro perfil a modo de Historias Destacadas, de modo que se pueden acumular como una suerte de catálogo consultable. Eso sí, sin poder reeditar las interacciones en su interior. 

En la siguiente imagen se puede comprobar la progresión de las lecturas de cada una de las páginas de este microrrelato, junto con el resultado de sus valoraciones. Una práctica herramienta de márketing y exploración para las editoriales o los autores.




Este formato, sin ser demasiado sofisticado (no se pueden hacer búsquedas ni organizar librerías completas) permite disponer de una presencia y visibilidad online idóneas, en un escenario donde la gran mayoría de usuarios ya emplea su tiempo ante la pantalla consultando ésta u otras redes sociales, y mucho menos en entrar a propósito en sitios web a “explorar”.

Además, Instagram tiene más funcionalidades de las que aparentemente pudiera parecer. Con una cuenta tipo “business” (es un trámite trivial) es posible añadir enlaces a páginas web concretas. En el ejemplo explicado, se podría redirigir al lector, todavía “en caliente” a la URL donde puede adquirir el e-book o libro físico con todos los relatos del autor. Además, se pueden intercalar las páginas de lectura, que son simples imágenes, con pequeños clips de vídeo para implementar una narrativa transmedial. También es posible añadir animaciones en formato GIF que hayan sido creadas al uso por nosotros. 

En el caso de publicaciones comerciales, se puede añadir una pestaña de Tienda donde colocar fichas de productos, junto con su precio y un botón de compra directa. 

Obviamente, Instagram difícilmente puede considerarse como una plataforma de publicación y lectura por si sola, pero sí puede convertirse en una óptima herramienta de difusión de nuestros productos editoriales así como de adquisición de conocimiento por parte de clientes potenciales o consolidados. 

Una alternativa a la red social de Instagram podría ser otra tan popular como es Twitter. Esta red es conocida por haber inventado (no ella en sí, sus usuarios) una suerte de nuevo “género literario”: los llamados Hilos.

Debido a la brevedad de las publicaciones en Twitter (a penas 280 caracteres de texto acompañados opcionalmente de algún pequeño vídeo o imagen), esta plataforma de microblogging es óptima para la transmisión en directo de noticias pero no tanto para la publicación de contenidos editoriales consistentes. Es por eso que, respondiendo al uso creativo que muchos usuarios hacían de ella, hilvanando tweets correlativamente para contar una historia, se procedió a modificar su interface de usuario para permitir escribir varios mensajes enlazados secuencialmente de una sola vez. Es decir, un “hilo”. 

Este sencillo cambio en la funcionalidad permitió convertir Twitter en una plataforma de publicación para escritores y periodistas, que empezaron a abandonar el vetusto concepto de Blog para empezar a escribir usando esta novedosa modalidad.


Los hilos son una forma muy versátil de publicar contenidos. A pesar de que se entienden como una lectura completa e independiente (una historia o un artículo con un inicio y un fin), lo cierto es que es un producto totalmente abierto. Uno puede empezar a redactar un hilo publicando varios tweets en una primera serie, a la vez, y proseguir al cabo de unas horas, días o incluso semanas.

Ando de vacaciones desde hace un par de días, en un hotel cerca de la playa. Iba todo bien hasta que han comenzado a suceder cosas raras. pic.twitter.com/6gd7Rqs6bL

— Manuel Bartual (@ManuelBartual) August 21, 2017

Ejemplo de un célebre hilo literario que fue un éxito en Twitter hace unos pocos años


Durante ese lapso de tiempo, otros usuarios pueden reaccionar, respondiendo al hilo o a un tweet específico de la serie, difundiéndolo o incluso incrustándolo en una publicación web. Además, es posible programar los tweets que alimentan un hilo progresivo, o añadir al final, o en cualquier punto, widgets interactivos similares a los que tiene Instagram como es el caso de encuestas. 

También al igual que sucede con Instagram, Twitter no es una plataforma integral per se para la publicación de contenidos digitales profesionales. Carece, por ejemplo, de algo tan crucial como un sistema de monetización propio de los mismos. Algo que sí tienen otras redes sociales como

Medium

Esta plataforma de contenidos, quizá menos conocida que las otras dos redes sociales, es la combinación equilibrada a medio camino entre dos productos: el blog y el tweet.

Ideada en principio como un gestor de contenidos para escritores, y con una filosofía más próxima a Twitter que a otra cosa, la idea de Medium era ofrecer un sistema realmente simple de publicación de artículos periodísticos bien curados, de lectura limpia y elegante, con pocas concesiones a la sofisticación barroca.
Los autores y editores que publican en Medium no pueden controlar en absoluto el diseño de sus artículos (cosa que sí es posible, con limitaciones, en un blog, o sin limitaciones en una web propia) en los que básicamente se puede añadir texto, imágenes, titulares, destacados, algunos elementos multimedia (como vídeos de Youtube) o incrustaciones genéricas de widgets HTML5 externos.

El punto novedoso de Medium estriba en su arquitectura flexible y modular. Cualquier autor o editor puede crear series de artículos –lo que sería el equivalente a los hilos de Twitter– además de publicaciones temáticas a partir de la agregación de diferentes artículos ya publicados por diversos autores. Los usuarios y lectores de Medium pueden suscribirse fácilmente a las actualizaciones de un autor específico, pero también pueden suscribirse a una de estas publicaciones o series.


Ejemplo de publicación en Medium, creada a partir de la
contribución de diversos autores, en forma de artículos



Pero el punto quizá más interesante de Medium es la posibilidad de monetizar los contenidos, mediante un sistema más similar a los paywall que tienen hoy en día la mayoría de cabeceras de prensa que a otros sistemas de monetización basados en publicidad, como el que pueda tener por ejemplo Youtube.

El objetivo de Medium es que sea una plataforma de lectura profesional, tanto para editores como para lectores. Los artículos pueden publicarse tanto en modo de libre acceso como de pago. El usuario registrado puede leer un número limitado de artículos de pago al mes, mientras que el suscriptor tiene acceso ilimitado.


Los autores y editores reciben un % de regalías en función de cuántos sucriptores leyeron artículos de pago. Esta combinación hace de Medium una plataforma factible para aquellas publicaciones pequeñas y medianas que no puedan permitirse implementar un paywall propio. Combinando contenidos de calidad gratuitos y de pago, este tipo de editores pueden tener acceso a la posibilidad de rentabilizar sus publicaciones online.

(próximamente: herramientas de transformación de maquetaciones de InDesign en contenido HTML5 interactivo)


iBooks Author ha muerto ¡Viva iBooks Author!

Tristes noticias.

Aunque se sospechaba desde hace ya algún tiempo, Apple ha confirmado a fecha de 11 de junio de 2020, que abandona el desarrollo de su herramienta iBooks Author, la aplicación nativa para MacOS que permitía maquetar libros interactivos para el iPad, iPhone y para el Mac.



iBooks Author había nacido casi de la mano del propio iPad, y se planteaba como una herramienta revolucionaria para, sobre todo, crear materiales docentes en forma de libros electrónicos que fueran mucho más allá de meros textos, imágenes y algunos links. Con una interfaz de usuario muy intuitiva (al estilo de todas las apps de MacOS), iBooks Author permitía maquetar libros electrónicos híbridos, que se podían leer tanto en horizontal (algo más parecido a una presentación tipo Keynote o PowerPoint) o en vertical como texto «corrido» al uso de los e-books tradicionales, acompañado de miniaturas al margen que se convertían en todo tipo de widgets interactivos.

Entre estos widgets se podían incluir pases de diapositivas, áreas de zoom comentadas, vídeo, audio, modelos 3D interactivos o, incluso, cualquier widget incrustado diseñado en HTML5. Todo un lujo de prestaciones que dejaba absolutamente atrás y en la lejanía a muchas de las herramientas competidoras (herramientas que, todo hay que decirlo, fueron discontinuadas en su día, como Adobe DPS).

Sin embargo el prometedor mercado que iban a ser los libros electrónicos «enriquecidos» con todo tipo de artilugios multimedia interactivos incrustados, no llegó a cuajar en un mercado más bien abúlico, donde los libros electrónicos no han hecho demasiada fortuna más allá de las novelas, los ensayos y algún cómic o cuento infantil.

Todo esto —supongo— ha llevado a Apple a retroceder y confiar en su suite de ofimática la elaboración de libros electrónicos para su plataforma de venta Apple Books (antigua iBookStore). 

En concreto, quienes deseen seguir maquetando libros en formato EPUB3 usando herramientas de Apple, deberán hacerlo usando Pages. Una herramienta que, sin desmerecerla, no sustituye ni de lejos a iBooks Author, ya que no permite incrustar todos esos maravillosos widgets interactivos que sí tiene iBooks Author.



En resumen, el panorama del libro electrónico suma un día sombrío más con esta pérdida. La idea romántica del libro digital como un baúl de los tesoros en una librería próspera se va diluyendo. Muchos proyectos interesantes e innovadores dentro de la industria educativa (y fuera de ella) se quedan un poquito más huérfanos hoy sin iBooks Author.


¿La alternativa? Abrazar el EPUB3, usando flujos de trabajo basados, por ejemplo, en Adobe InDesign CC.
¡Seguiremos informando!







El futuro de la Prensa Digital (I)

Ya no es novedad ni noticia que las ventas de los diarios y revistas en papel han caído en picado en los últimos años, y que continúan haciéndolo. Hace poco pudimos contemplar la dramática última portada del diario The Independent.

Aspecto de la última portada del diario británico The Independent

Además de las decenas de referencias que podemos encontrar sobre el desplome en las ventas, podemos apreciarlo en nuestra experiencia cotidiana: ese vagón del tren donde antes reinaban los pliegos de los periódicos abiertos, ahora es un hervidero de viajeros pasmados frente a las pantallas de sus smartphones.

Los kioscos cierran sin traspasar el testigo a otro aventurado emprendedor, y los que sobreviven, van languideciendo. La prensa tradicional, basada en el papel, no es que esté en crisis, está en agonía irreversible. 

El quiosco de mi barrio lleva ya años en «Se Traspasa», sin éxito.
(foto: MilAnuncios.com)


Sin embargo, esto no quiere decir que la prensa en si esté herida de muerte, ni siquiera el periodismo (aunque este sería otro tema controvertido). Sigue existiendo la demanda de información, siguen habiendo lectores ávidos de conocer noticias, leer reportajes y consumir historias, datos y relatos. Está claro que el presente y el futuro de la prensa, como el del resto de productos basados en la información, es digital. Ahora bien ¿cuál es el futuro de la Prensa Digital? 


Hagamos un breve repaso de lo ocurrido hasta ahora.

Al principio, cuando todavía los diarios en papel eran el producto estrella, y las ventas y la publicidad gozaban de buena salud, lo digital era un subproducto derivado del papel. A partir de la edición impresa, se extraían titulares o noticias completas que alimentaban la página web asociada al diario, y poca cosa más. 

Entonces, la principal vía de lectura eran los ordenadores personales de sobremesa, y seguía siendo más sable consultar la prensa en formato papel. Sin embargo, al ofrecer la web la posibilidad de consultar los contenidos en abierto, no de un diario si no de todos aquellos que a uno se le antojara, empezó a ser más atractiva —y económica— la opción de consultar la prensa a través de los sitios web de los diarios. 

¿Tiene sentido una publicidad exterior de tu diario, maquetado para papel
 a varias columnas, enmarcado en un tablet?
(fotografía tomada en el exterior de la sede del diario El Día de Valladolid)

Éstos a su vez, optaron por ocultar la mayor parte de sus contenidos tras barreras de pago por suscripción, que no acabaron de funcionar, debido al temor a ser el primero y que los competidores aprovecharan para seguir ofreciendo contenidos en abierto y ganando lectores y popularidad, aunque fuera online, y ganar así rating e ingresos por publicidad digital. Así que tras una primera oleada de “candados”, la gran mayoría de cabeceras volvieron a ofrecer sus artículos en abierto, entregándose entonces a la publicidad en forma de banners de lo más variopinto para obtener ingresos.

Desaparece entonces el concepto de Edición (de la mañana, de la tarde) y aparece la Edición continua. Al no tener que depender de la rotativa, la prensa digital está constantemente actualizada, y las páginas web de los diarios se convierten en una suerte de teletipos en tiempo real que emite titulares dinámicos y donde los lectores acuden varias veces al día. La necesidad de consultar un diario en papel para estar informado se volatiliza paulatinamente. 

En estas circunstancias, entra en escena la crisis económica que socava los ingresos por publicidad de los diarios, y la aparición de un actor esperado: el tablet, en forma del iPad de Apple al principio. La lectura se hacía digital y móvil. 

Era la gran esperanza de la prensa digital, que veía cómo podía darle continuidad al formato tradicional, metiendo los contenidos en la pantalla de los tablets. De este modo, los lectores (y la publicidad, y las suscripciones, y los ingresos) migrarían del viscoso entorno de la web a unos relucientes periódicos digitales interactivos que harían volver al negocio a una nueva era de oro. 

Aparece entonces una plétora de apps “quiosco” que ofrecen los mismos contenidos que la prensa impresa (o a veces más contenido y mejorado) a cambio de un modelo de negocio que imita el tradicional: pago de suscripción mensual, anual o compra de ejemplares individuales. 

Aspecto tradicional de la aplicación «Newsstand» (Quiosco) de iOS de Apple.
(imagen: Adobe.com)

A pesar de que la aceptación de este producto no fue mala, y no son pocas las cabeceras que están presentes en las diferentes stores (AppStore, Play Store), las cifras de ventas y suscripciones distan mucho de ser las óptimas para dar rentabilidad a un producto digital que además ha de ser innovador e incorporar nuevos contenidos que son costosos de producir. El grueso de lectores sigue optando por consultar los contenidos en abierto de las páginas web de los diferentes periódicos, y declina realizar el esfuerzo de apuntarse a pagar por acceder al contenido en su tablet.

¿Qué hacer entonces? ¿Dónde está el fallo?


En mi opinión, la clave está en darse cuenta de cuáles son las costumbres asentadas de consumo por parte de los lectores. En concreto, reconocer cuáles son las vías por las que las noticias, y la información en general, llega hasta los usuarios. 

El lector digital ya no siente la necesidad de ser fiel a uno o más periódicos, si no que compara la misma noticia desde varias fuentes, ya que es extremadamente sencillo hacerlo. Por lo tanto, depositar una confianza más o menos ciega en invertir ni que sea 1€ en fijar la atención en lo que tiene que decirme un diario, y sin saber a priori qué me voy a encontrar dentro, deja de ser una opción. 

Por otro lado, la avalancha del Social Media ha cambiado por completo el escenario. Ahora, con casi todo el mundo pendiente de la pantalla de su smartphone o tablet a casi todas horas, en casa o en mitad de la calle, la información viene canalizada a través de los timelines de las diferentes redes: Twitter, Facebook, Instagram, Pinterest, etc. 

Es desde esos escaparates que se accede y se interactúa con las noticias, novedades, curiosidades, etc. Ya no existen unas pocas fuentes de información que la ofrecían de forma unidireccional hacia el consumidor. Ahora todo el mundo es lector y generador de noticias al mismo tiempo, y solamente aquellos pocos medios que lo presenten todo aglutinado de manera simple tendrán el beneficio de disponer del tiempo e interés del lector. Por lo tanto, es difícil que un solo diario o revista consiga ganar cuota de pantalla en el territorio del dispositivo personal de cada usuario.

Aspecto de la aplicación Apple News para el iPad
(fuente: TechoBuffalo)

En esta línea, en 2015 Apple al sacar el sistema operativo iOS 9 para sus dispositivos móviles, hizo una maniobra que puede ser un punto de inflexión: suprimió la app Quiosco (‘Newsstand’) que ofrecía un coto cerrado para aquellas apps de publicaciones periódicas y lo ha sustituido por una nueva app llamada Apple News (a día de hoy, solo disponible para los mercados anglosajones) que cambia radicalmente el modelo.

Apple News es una aplicación agregadora de noticias, como Google News, pero con un aspecto atractivo (tipo Flipboard) que suma la experiencia de la AppStore para intentar reimpulsar la prensa digital. 

El funcionamiento de Apple News es simple: es, literalmente, un mercado de noticias. Los diversos proveedores de información (diarios, revisas, agencias de noticias, etc.) elaboran sus notas de prensa en formato en bruto, sin añadir ningún tipo de diseño o maquetación más allá del etiquetado semántico de los contenidos y los metadatos.

Estas noticias en bruto se envían a Apple News, que las mostrará a los lectores de su aplicación en función de su perfil (intereses, localización geográfica, etc.) junto con publicidad contextual gestionada también por Apple, dentro de su programa iAd, pero donde el proveedor de noticias —de momento— recibirá el 100% de los ingresos del anunciante.

Es decir, se deja en manos de un solo actor (Apple) la distribución de los contenidos a través de una única aplicación, en lugar de que el usuario entre en un quiosco y elija qué aplicación descargar o a qué revista suscribirse. No es que las apps de este tipo dejen de existir, pero sí es un paso bastante firme hacia una adaptación de la prensa digital a las costumbres del lector. 

La mayoría de usuarios no emplean varias aplicaciones para informarse. Lo más habitual es usar alguna app que agregue noticias de múltiples fuentes (suscripciones a newsletters, feeds, o sobre todo Twitter) para obtener la información de primera mano y luego, en todo caso, acceder mediante un hipervínculo a la página de destino que contenga la información ampliada que nos interese.

En este contexto ¿cuál es el futuro esperable para la prensa digital? 

En mi opinión, centrarse más en el contenido que en el contenedor. De ahí que estemos viviendo ahora en la emergencia de una era dorada de las infografías interactivas y sobre todo de los gráficos en movimiento en forma de microcápsulas de vídeo y del inefable GIF animado. 

Hay muchas historias por contar y poco espacio-tiempo para mostrarlas, así que se impone empaquetar la información en un formato compacto y atractivo. Y sobre todo, bien posicionada mediante los metadatos, para tener la máxima repercusión. A fin de cuentas, la distribución de nuestras noticias, es decir, el camión transportista y el kiosco serán suplidos (si no lo han hecho ya) por un algoritmo.

Maquetación EPUB3 con el nuevo InDesign CC 10.1

El pasado lunes 6 de Octubre, Adobe presentó una nueva hornada de novedades en su conferencia anual #AdobeMAX

Además de nuevas apps para móviles, que fueron la estrella de las presentaciones, las herramientas insignia de Adobe como Photoshop o Illustrator también incorporaron innovaciones remarcables. Por supuesto, InDesign, la llave inglesa de la maquetación en papel y digital, no fue una excepción. 

En concreto, se presentó la versión 10.1 de dicha aplicación, que entre otras novedades incorpora la posibilidad de generar libros electrónicos EPUB3 de maquetación fija (cosa que ya hacía la versión 10.0) pero con animaciones CSS e interactividad con botones y «Objetos Multiestado». 

He aquí un breve vídeo de 4 minutos donde se puede ver en esencia el calado de dichas novedades:



Además de otros ajustes más finos en la estructura interna del EPUB (como la posibilidad de crear visualmente landmarks para la tabla de contenidos), la irrupción de la interactividad en este tipo de EPUB es sin duda la noticia quizá del año en lo que a Edición Digital e InDesign se refiere. Ahora, con esta versión 10.1 podremos hacer lo siguiente:

  • Convertir cualquier objeto a un hipervínculo o botón
  • Aprovechar la gran mayoría de acciones interactivas del panel de Botones y Formularios (excepto los campos de formulario, ¡de momento!)
  • Realizar animaciones con el panel de Animación y Temporización, los grandes marginados desde que la tecnología SWF empezó a decaer
  • Crear objetos Multiestado interactivos (pases de diapositivas)
Ya que InDesign genera automáticamente el código HTML, CSS necesario así como incluye una librería propia de Javascript para hacerlos funcionar. Los EPUB3 con estas prestaciones que se generan validan a la primera en EpubCheck y se pueden visualizar con aplicaciones como iBooks (para Mac OS o iOS), Adobe Digital Editions 4.0 o Readium para Google Chrome.

Después de un primer testeo en profundidad, mi opinión es que se trata de una actualización de funcionalidades muy esperada que por fin ha visto la luz. Se da la paradoja, como mencionaré en detalle más adelante, de que ha habido muchos más cambios y mucho más significativos en DOS MESES de pequeños «updates» de InDesign CC 2014 que desde cualquier otra actualización mayor de versiones anteriores. Los cambios y añadidos en los parches continuos de Creative Cloud por lo que se refiere a EPUB… ¡van a un ritmo acelerado!

Pero, como con todo, siempre hay puntos fuertes y débiles, claros y oscuros. En mi opinión, éstos serían:

Puntos a favor:
    • Creación de archivos EPUB3 que validan sin errores 
    • Posibilidad de crear un libro de maquetación fija con capacidades multimedia e interactivas sin tener que recurrir jamás a abrir el EPUB y rascar código
    • Aprovechamiento de herramientas que ya existían y que eran familiares para muchos usuarios
    • Política de designación de estilos CSS e identificadores HTML más sensata que en versiones anteriores
    • Generación de código HTML listo para ser aprovechado para añadir la funcionalidad de «Read Aloud» (lectura en voz alta de textos)
Puntos en contra:
    • En aras de la precisión en la maquetación fija, se sigue exportando un código HTML con una etiqueta SPAN individual para cada palabra, con su CSS de posicionamiento en línea
    • Los «palos de ciego» de Adobe en las políticas de etiquetado de estilos a lo largo de las últimas versiones son un mareo para el usuario, que dificulta el aprendizaje
    • El código CSS que se genera automático para las animaciones es prolijo y pesado para retocar, una vez más en aras de la precisión absoluta
ahora InDesign ya genera su propia librería Javascript para animaciones e interactividad


En general, creo que la actualización es bienvenida para la gran mayoría de los usuarios, pero para los maquetadores más puristas con el código, o los que nos gusta poder tener más control sobre el mismo para extender más las posibilidades interactivas de los EPUB3, creo que InDesign sigue generando una maraña de HTML y CSS ingobernable. 

Aspecto del código CSS fruto de la traducción de una animación visual en InDesign
Si quieres aprender a maquetar este tipo de e-books, a partir de InDesign 10.1 con todo lo que da pero aprendiendo además otros trucos y técnicas para controlar la edición de este tipo de libros, te invito a que pruebes nuestro curso online de Maquetación de libros EPUB3.

¡A crear y a publicar se ha dicho!

El futuro de la producción EPUB

Recuerdo que en Noviembre de 2009 asistí en Madrid a una primera edición de la Feria del Libro Electrónico, que se celebró incrustada dentro de otra feria de aire tecnológico cuyo nombre no recuerdo y que incluso dudo que se siga haciendo. 

En una de las ponencias de dicha feria, recuerdo que la speaker arengaba al personal en contra del software comercial con la misma agresividad con la que recomendaba usar solamente software libre

Supongo que a estas alturas a nadie debería de extrañarle esta actitud evangelizadora de las personas defensoras de la cultura Open Source, actitud que suele oscilar entre la amabilidad insistente de los testigos de Jehová (¿quieres que vaya un día a tu casa a instalarte Linux? ¿Conoces el Gimp?) a una no menos insistente intransigencia más propia de los talibanes (¿Usas Adobe? ¡Bah!).


Dentro de ese discurso o escuela de pensamiento, y aplicado a la producción de e-books, el credo oficial en cuando a herramientas de software era usar el binomio Sigil-Calibre. El primero, para crear y editar archivos EPUB, el segundo para clasificar, etiquetar, añadir metadatos y convertir formatos.

Durante varios años los defensores de esta escuela lógicamente evangelizaron el orbe editorial con este credo. Pero ¿en qué punto estamos a día de hoy (2014)? 

Pues bien, ahora SIGIL es un proyecto abandonado. Sus desarrolladores (que a menudo suele ser el desarrollador) han dicho que hasta aquí hemos llegado. 



Sin duda los proyectos de software libre, más allá del mero romanticismo que representan, tienen una serie de bondades que no voy a negar, pero también grandes hándicaps que les hacen decaer a menudo. El advenimiento del estándar EPUB 3 y toda la complejidad asociada ha sobrepasado la capacidad que tiene un entorno de desarrollo abierto colaborativo para responder con una herramienta sólida, estable y usable. 

En este momento en el reino de la producción open source de libros EPUB reina una especie de desconcierto. Con el proyecto SIGIL naufragado, se está intentando resucitarlo como un plug-in dentro de su hermano superviviente, Calibre, que permita editar EPUBs. Todo parece indicar que estos esfuerzos seguirán el mismo camino que Sigil y que acabará naufragando. Y es que construir una herramienta profesional de edición de productos profesionales es una tarea bastante seria, y quizá afrontarla con un equipo informal y distribuido de voluntarios no sea lo más ágil.

He de decir que personalmente nunca me han gustado estas herramientas, considero que son demasiado espartanas y áridas, y que son más propias para un informático que para un diseñador/maquetador. 

Por eso siempre he defendido —con todas las dudas y reservas del mundo— el empleo de un kit de herramientas profesional, concretamente las de Adobe. InDesign, una herramienta estándar de facto en la industria, para maquetar y posteriormente Dreamweaver para la edición de código XML, XHTML y CSS. 

Software comercial y por lo tanto privativo, lo cual me ha valido no pocas malas miradas entre los de la religión del Open Source. 

Y es que estas herramientas, a pesar de ser comerciales y tener el aval de una gran multinacional de prestigio por detrás, a menudo tienen defectos en cada una de sus versiones que hacen que la producción EPUB con ellas tampoco sea «coser y cantar». Sin embargo, detrás de estas herramientas hay un equipo humano considerable, que trabaja a sueldo para que cada versión este mejorada, arreglada e incorpore las últimas novedades. 

Lo mismo podríamos decir de Apple con su iBooks Author y en menor medida con Pages. El software comercial tiene inconvenientes, básicamente que nos vacía el bolsillo, pero es a cambio de obtener un producto al cual le podemos exigir lo máximo. 

Es por eso que en Publicar en Digital siempre hemos apostado por la vía que creemos más óptima: las mejores herramientas posibles combinadas con los mejores conocimientos posibles. 

Una cosa va de la mano de la otra. «Casarse» con una herramienta confiando en que nos lo va a solucionar todo es algo demasiado arriesgado, más si esa herramienta es algo en el fondo amateur.

Por eso es bueno dominar InDesign y su exportación EPUB, pero también es bueno en paralelo aprender HTML, CSS y XML para tener suficientes recursos para poder llegar a ser lo más autosuficientes posible. 

Detalle del cuadro de diálogo de exportación
 a EPUB de Adobe InDesign CC


Y es por eso que, tanto antes como ahora, con Sigil o sin él, nuestra apuesta de formación en EPUB se mantiene fiel a la misma receta de éxito que siempre: usa las mismas herramientas que siempre y adapta tu profesión y tus conocimientos, en lugar de romper con ellos.

InDesign (con la versión que tengas) para diseñar y exportar EPUB, Dreamweaver (con la versión que tengas) como vehículo para aprender HTML, CSS y XML de la manera más asistida y menos árida posible. ¿Que eso cuesta dinero? Sí, pero más cuesta producir en malas condiciones…

Y esto es lo que ponemos en práctica por ejemplo en nuestro curso online de Maquetación de libros EPUB3 (los que no podrás hacer con Sigil).