El nuevo libro educativo digital

Si existe un sector en el mercado editorial que se ha visto forzado a ponerse las pilas a contrarreloj en la adaptación de sus contenidos al mundo digital, ése es sin duda el del libro de texto o educativo en general. Los proyectos más o menos bien planificados de las administraciones públicas en digitalizar las aulas arrastran a este sector, que como cualquier otro no es inmune a los tiempos difíciles que corren y que tiene encima de la mesa una adaptación nada fácil de unos contenidos que llevan años editando en papel, en forma de libro de texto a un formato digital que no está muy claro.


La semana pasada tuvo lugar en Barcelona, concretamente en el centro Cibernàrium unas Jornadas de Debate sobre el libro de texto digital. En ellas, diversos expertos en la materia debatieron cómo debería ser el nuevo formato de libro de texto y, en general, cómo debería ser la nueva forma en que los niños aprendan los contenidos escolares en el aula. 


El gran y creo yo principal problema detrás de esta revolución tecnológica es la falta de guías claras que ayuden a la industria editorial a enfocar sus productos al nuevo mercado. A partir del próximo cursos decenas de miles de alumnos de secundaria pasarán a usar solamente contenidos digitales para su formación. El tiempo impuesto para la adaptación de los contenidos es irrisorio, más aún cuando no existe quorum respecto al formato.


¿Cómo traspasar unos contenidos ya redactados, corregidos y maquetados para el soporte libro en papel al mundo digital? 


Para poder resolver este quebradero de cabeza, hay que responder primero a una serie de preguntas clave cuya respuesta, a día de hoy, no es del todo convincente. Intentaré hacer una lista resumida de las principales:


1) ¿En qué soporte se verán esos contenidos digitales? 


Aunque pueda parecer una cuestión obvia, no lo es ni de lejos. Cualquier editor que haya aunque sea husmeado en los entornos de publicación digital sabrá que el formato depende de la plataforma y que plataformas hay varias. Suficientes combinaciones para que tomar una decisión no sea sencillo. ¿Sirve la misma plataforma con la que se están comercializando los actuales eBooks «tipo novela»? ¿Hay que rehacerlo todo desde cero?


La respuesta en este caso viene impuesta: se va a proveer a los alumnos de ESO de ordenador portátiles dotados de una pequeña (entre 8 y 11 pulgadas) pantalla panorámica y dotados tanto de Windows como de Linux. Una vez dado el hardware, queda ver qué posibilidades de software soporta y con qué ventajas e inconvenientes. 


Lo que sí parece descartado, pues, es que los libros digitales escolares vayan a ser eReaders en blanco y negro.


2) ¿Qué formato de libro se está planeando?


Partiendo de que, a día de hoy, los contenidos (estamos hablando de textos e imágenes básicamente) están montados en maquetas pensadas para su impresión en papel, y del poco margen de tiempo disponible para el salto digital… ¿qué opciones hay?


En muchos casos se está optando por una solución «de emergencia» consistente en la mera adaptación de esos contenidos para ser vistos en pantalla. Esto incluye la conversión de las actuales ediciones de los libros de texto a archivos PDF, tal cual o añadiendo algo de «salsa multimedia»; es decir, vídeos e interactivos en Flash incrustados. Otra soluciones de software permiten visualizar las páginas del libro en un formato que sea fácil de aumentar y reducir. Recordemos que una página de texto, encajada en pantalla y escrita con una tipografía en papel de 10 puntos, las letras a penas llegarían a medir 2 milímetros de altura en la pantalla de 10 pulgadas. Esto hace que, en general, la mera traducción de las actuales páginas en papel a páginas de PDF o similar no sea la mejor opción, a menos que cambie sustancialmente el tamaño o resolución de los dispositivos facilitados a los alumnos.


Así que, en cierto modo se impone una remaquetación integral de los contenidos, que se adapte al nuevo medio. Es decir, se pude preservar la idea de los libros digitales como documentos PDF enriquecidos con multimedia, pero con un formato de presentación en pantalla y un tamaño de tipografía adecuado. A ningún editor se le escapará la inversión en tiempo y fuerza laboral que todo ello implica.


En cualquier caso, el formato deberá cumplir al menos con unos requisitos básicos: que sea lo suficientemente estándar como para garantizar una correcta reproducción en todos los ordenadores escolares (recordemos, equipados teóricamente con arranque dual Windows / Linux) y por lo tanto han de estar equipados con el software adecuado para reproducir los contenidos. En el caso explicado anteriormente, se trataría por ejemplo del Adobe Reader (existente para ambos sistemas).


Otras tecnologías exploradas y a día de hoy implementadas son los libros en formato «web», es decir, los contenidos de texto e imágenes en formato HTML  e incluyendo esa salsa multimedia en forma de vídeos e interactivos incrustados, usando tecnología Adobe Flash. 


Estos libros rompen claramente con el formato de libro de texto en papel y se apoyan fundamentalmente en la capacidad del formato estándar y universal (de momento de facto) del HTML para tapizar de enlaces internos y externos los contenidos, de tal modo que la experiencia educativa pivota en gran medida de la capacidad del alumno de navegar haciendo clic en esos enlaces y descubrir los contenidos (supuestamente guiado por el tutor), práctica que los jóvenes de hoy tienen bastante asimilada. Un ejemplo de este formato de libros digitales podría ser el proyecto Llibreweb de Santillana. En el siguiente vídeo podéis ver una breve interacción de muestra con un libro de ejemplo (podéis probar vosotros mismos otros fragmentos de ejemplo desde su web):







En un intento por dar todavía un salto cualitativo más diferenciado, otra plataforma ha optado por apostar directamente por el formato Flash para la integración de contenidos. En este caso, el libro pasa a ser una aplicación interactiva, con un interfaz completo de navegación desde el que se puede acceder a contenidos de texto, imágenes, ejercicios y actividades interactivas a modo de juegos. Digital Text podría ser un ejemplo de este tipo de plataforma. He aquí también un vídeo demostrativo de una breve interacción que realicé con uno de sus capítulos de ejemplo (disponibles también en su web):







Al igual que con el HTML y PDF, la tecnología Flash está a día de hoy disponible para ordenadores con Windows y Linux, por lo que entraría dentro de la compatibilidad con el hardware planteado.


3) ¿Quién va a pagar el esfuerzo inversor de esta reconversión?


Pues parece ser que todo va a caer encima de los hombros de los editores. A pesar del poco tiempo disponible para estar presente en este nuevo mercado, existe incertidumbre sobre este asunto. Algunas informaciones apuntan a que el coste para los padres del libro electrónico será gratuito. Es decir, estamos hablando de que las familias dejarán de desembolsar una media de 300 euros/hijo/año en concepto de libros escolares. A cambio, los editores tendrán que rehacer contenidos, idear un nuevo formato, volver a maquetar todo, añadir interactividad y multimedia (vídeos, juegos… de no se sabe bien dónde) y tendrán que vender este producto a un cliente que básicamente será la administración pública, tan endeudada actualmente y que no es célebre por su agilidad a la hora de pagar las facturas. 


No parece realmente un panorama halagüeño para las editoriales que, eso sí, se ahorrarán los costes de impresión y transporte de la mercancía…


4) ¿Cuáles son los pros y contras de las nuevas tecnologías?


Esto daría para un post aparte, cosa que no descarto 🙂  Así que mejor quisiera dejar sobre la mesa unas cuantas cuestiones abiertas, para que cada quien halle sus posibles respuestas, a ser posible compartiéndolas en los comentarios claro está 🙂  Básicamente:


¿Los contenidos serán online u offline? Es decir, el libro electrónicos escolar ¿será un archivo en propiedad de los alumnos o será un derecho de acceso a unos contenidos en un servidor?
¿Cómo se podrán actualizar dichos contenidos? ¿Cada cuándo? ¿Quién controlará los enlaces externos (a otras webs) de esos libros? ¿Qué pasará cuando el acceso a internet no esté disponible o sea precario? ¿Habrá contenidos necesarios en el currículum que el alumno se acabe perdiendo?


Todas estas cuestiones, y otras más igualmente elementales como el tema de la pizarra electrónica, mejor lo dejo para un futuro post. Hasta entonces… ¡Feliz rumia!