Apuntes Gratis (1)

En el mundo de la publicación de contenidos digitales hay mucho por aprender y a menudo se hace dificil escoger, o incluso qué se puede abarcar. Sin embargo, existen unos conocimientos que podríamos llamar «de base» que deberían formar parte de una cultura digital de fondo para todos aquellos diseñadores, maquetadores, editores, etc. que quieran meterse en este universo.


Es por eso que desde Publicar En Digital nos hemos decidido a hacer públicos una parte de los apuntes que desarrollamos para los cursos que impartimos. En esta ocasión aquí se incluye (incrustado y enlazado) el primer capítulo de los apuntes del curso «Desarrollo de Apps Editoriales para iPad» donde se aborda el tema (importante!) de la diversidad de las pantallas y lo necesario de contextualizar los desarrollos de contenidos.


Espero que os guste y os sirva de provecho… si vemos que la respuesta general es buena nos animaremos a publicar más contenidos!! También esperamos vuestras preguntas, comentarios o sugerencias!


En español:

En catalán:

El nuevo libro educativo digital

Si existe un sector en el mercado editorial que se ha visto forzado a ponerse las pilas a contrarreloj en la adaptación de sus contenidos al mundo digital, ése es sin duda el del libro de texto o educativo en general. Los proyectos más o menos bien planificados de las administraciones públicas en digitalizar las aulas arrastran a este sector, que como cualquier otro no es inmune a los tiempos difíciles que corren y que tiene encima de la mesa una adaptación nada fácil de unos contenidos que llevan años editando en papel, en forma de libro de texto a un formato digital que no está muy claro.


La semana pasada tuvo lugar en Barcelona, concretamente en el centro Cibernàrium unas Jornadas de Debate sobre el libro de texto digital. En ellas, diversos expertos en la materia debatieron cómo debería ser el nuevo formato de libro de texto y, en general, cómo debería ser la nueva forma en que los niños aprendan los contenidos escolares en el aula. 


El gran y creo yo principal problema detrás de esta revolución tecnológica es la falta de guías claras que ayuden a la industria editorial a enfocar sus productos al nuevo mercado. A partir del próximo cursos decenas de miles de alumnos de secundaria pasarán a usar solamente contenidos digitales para su formación. El tiempo impuesto para la adaptación de los contenidos es irrisorio, más aún cuando no existe quorum respecto al formato.


¿Cómo traspasar unos contenidos ya redactados, corregidos y maquetados para el soporte libro en papel al mundo digital? 


Para poder resolver este quebradero de cabeza, hay que responder primero a una serie de preguntas clave cuya respuesta, a día de hoy, no es del todo convincente. Intentaré hacer una lista resumida de las principales:


1) ¿En qué soporte se verán esos contenidos digitales? 


Aunque pueda parecer una cuestión obvia, no lo es ni de lejos. Cualquier editor que haya aunque sea husmeado en los entornos de publicación digital sabrá que el formato depende de la plataforma y que plataformas hay varias. Suficientes combinaciones para que tomar una decisión no sea sencillo. ¿Sirve la misma plataforma con la que se están comercializando los actuales eBooks «tipo novela»? ¿Hay que rehacerlo todo desde cero?


La respuesta en este caso viene impuesta: se va a proveer a los alumnos de ESO de ordenador portátiles dotados de una pequeña (entre 8 y 11 pulgadas) pantalla panorámica y dotados tanto de Windows como de Linux. Una vez dado el hardware, queda ver qué posibilidades de software soporta y con qué ventajas e inconvenientes. 


Lo que sí parece descartado, pues, es que los libros digitales escolares vayan a ser eReaders en blanco y negro.


2) ¿Qué formato de libro se está planeando?


Partiendo de que, a día de hoy, los contenidos (estamos hablando de textos e imágenes básicamente) están montados en maquetas pensadas para su impresión en papel, y del poco margen de tiempo disponible para el salto digital… ¿qué opciones hay?


En muchos casos se está optando por una solución «de emergencia» consistente en la mera adaptación de esos contenidos para ser vistos en pantalla. Esto incluye la conversión de las actuales ediciones de los libros de texto a archivos PDF, tal cual o añadiendo algo de «salsa multimedia»; es decir, vídeos e interactivos en Flash incrustados. Otra soluciones de software permiten visualizar las páginas del libro en un formato que sea fácil de aumentar y reducir. Recordemos que una página de texto, encajada en pantalla y escrita con una tipografía en papel de 10 puntos, las letras a penas llegarían a medir 2 milímetros de altura en la pantalla de 10 pulgadas. Esto hace que, en general, la mera traducción de las actuales páginas en papel a páginas de PDF o similar no sea la mejor opción, a menos que cambie sustancialmente el tamaño o resolución de los dispositivos facilitados a los alumnos.


Así que, en cierto modo se impone una remaquetación integral de los contenidos, que se adapte al nuevo medio. Es decir, se pude preservar la idea de los libros digitales como documentos PDF enriquecidos con multimedia, pero con un formato de presentación en pantalla y un tamaño de tipografía adecuado. A ningún editor se le escapará la inversión en tiempo y fuerza laboral que todo ello implica.


En cualquier caso, el formato deberá cumplir al menos con unos requisitos básicos: que sea lo suficientemente estándar como para garantizar una correcta reproducción en todos los ordenadores escolares (recordemos, equipados teóricamente con arranque dual Windows / Linux) y por lo tanto han de estar equipados con el software adecuado para reproducir los contenidos. En el caso explicado anteriormente, se trataría por ejemplo del Adobe Reader (existente para ambos sistemas).


Otras tecnologías exploradas y a día de hoy implementadas son los libros en formato «web», es decir, los contenidos de texto e imágenes en formato HTML  e incluyendo esa salsa multimedia en forma de vídeos e interactivos incrustados, usando tecnología Adobe Flash. 


Estos libros rompen claramente con el formato de libro de texto en papel y se apoyan fundamentalmente en la capacidad del formato estándar y universal (de momento de facto) del HTML para tapizar de enlaces internos y externos los contenidos, de tal modo que la experiencia educativa pivota en gran medida de la capacidad del alumno de navegar haciendo clic en esos enlaces y descubrir los contenidos (supuestamente guiado por el tutor), práctica que los jóvenes de hoy tienen bastante asimilada. Un ejemplo de este formato de libros digitales podría ser el proyecto Llibreweb de Santillana. En el siguiente vídeo podéis ver una breve interacción de muestra con un libro de ejemplo (podéis probar vosotros mismos otros fragmentos de ejemplo desde su web):







En un intento por dar todavía un salto cualitativo más diferenciado, otra plataforma ha optado por apostar directamente por el formato Flash para la integración de contenidos. En este caso, el libro pasa a ser una aplicación interactiva, con un interfaz completo de navegación desde el que se puede acceder a contenidos de texto, imágenes, ejercicios y actividades interactivas a modo de juegos. Digital Text podría ser un ejemplo de este tipo de plataforma. He aquí también un vídeo demostrativo de una breve interacción que realicé con uno de sus capítulos de ejemplo (disponibles también en su web):







Al igual que con el HTML y PDF, la tecnología Flash está a día de hoy disponible para ordenadores con Windows y Linux, por lo que entraría dentro de la compatibilidad con el hardware planteado.


3) ¿Quién va a pagar el esfuerzo inversor de esta reconversión?


Pues parece ser que todo va a caer encima de los hombros de los editores. A pesar del poco tiempo disponible para estar presente en este nuevo mercado, existe incertidumbre sobre este asunto. Algunas informaciones apuntan a que el coste para los padres del libro electrónico será gratuito. Es decir, estamos hablando de que las familias dejarán de desembolsar una media de 300 euros/hijo/año en concepto de libros escolares. A cambio, los editores tendrán que rehacer contenidos, idear un nuevo formato, volver a maquetar todo, añadir interactividad y multimedia (vídeos, juegos… de no se sabe bien dónde) y tendrán que vender este producto a un cliente que básicamente será la administración pública, tan endeudada actualmente y que no es célebre por su agilidad a la hora de pagar las facturas. 


No parece realmente un panorama halagüeño para las editoriales que, eso sí, se ahorrarán los costes de impresión y transporte de la mercancía…


4) ¿Cuáles son los pros y contras de las nuevas tecnologías?


Esto daría para un post aparte, cosa que no descarto 🙂  Así que mejor quisiera dejar sobre la mesa unas cuantas cuestiones abiertas, para que cada quien halle sus posibles respuestas, a ser posible compartiéndolas en los comentarios claro está 🙂  Básicamente:


¿Los contenidos serán online u offline? Es decir, el libro electrónicos escolar ¿será un archivo en propiedad de los alumnos o será un derecho de acceso a unos contenidos en un servidor?
¿Cómo se podrán actualizar dichos contenidos? ¿Cada cuándo? ¿Quién controlará los enlaces externos (a otras webs) de esos libros? ¿Qué pasará cuando el acceso a internet no esté disponible o sea precario? ¿Habrá contenidos necesarios en el currículum que el alumno se acabe perdiendo?


Todas estas cuestiones, y otras más igualmente elementales como el tema de la pizarra electrónica, mejor lo dejo para un futuro post. Hasta entonces… ¡Feliz rumia!











Cómo serán los eBooks para el nuevo iPad de Apple

«Éramos pocos y parió la abuela», como suele decir el refrán popular. Bien, el día de la resaca por la presentación en sociedad del nuevo gadget de Apple, el iPad, toca ponerse manos a la obra y ver cómo se le puede sacar jugo a este nuevo trasto. 


No entraré en polémicas sobre si no tiene cámara, que si no es más que un iPod touch más grande, que no es compatible con Flash, etc. Para ello a día de hoy ya existen multitud de blogs, youtubes, twitters comentando sobre este asunto.


Aquí en PublicarEnDigital nos interesa cuál será el impacto del nuevo iPad en lo que al libro electrónico (o revista) se refiere. Ahora habrá un nuevo eReader, un nuevo lector portátil de eBooks que todo parece que tendrá una muy buena cuota de mercado y hay que saber a qué atenerse, y que productos editoriales vamos a poder ofrecerle. 


Vamos allá, veamos las cinco preguntas clave sobre el nuevo iPad y los libros electrónicos:


1) ¿Cómo se van a poder leer eBooks en el iPad?


El nuevo iPad incorpora de serie una aplicación llamada iBooks, desde la que se podrá directamente probar, comprar y leer libros adquiridos en la iBooks store:

Ejemplo de pantalla de la iBook Store (fuente: Engadget). Véase el botón de
 «Get Sample» para probar los libros



Esta aplicación permitirá visualizar libros electrónicos, principalmente (de momento) en formato EPUB, y poder elegir la tipografía con la cual se desea leerlos (creo que entre ellas no se incluye la Comic Sans!).






También incorpora el tradicional efecto de paso de página:



claro que esto no es ninguna novedad… ya se puede hacer lo mismo hoy mismo en el iPhone o iPod touch con la aplicación gratuita «Classics», que guarda muchas similaridades con iBooks, como podéis ver en este vídeo que grabé:









Lo que desconozco a día de hoy es si iBooks permitirá cambiar la escala del texto, esto es, permitirá hacer reflujo del mismo. Quizá con el tamaño y resolución del iPad (9,7 pulgadas, 130 ppi, algo menos que el iPod touch) no sea necesario recurrir a ello.


2) ¿Los libros del iPad serán de tinta electrónica (e-ink)?


No. El iPad tiene una pantalla LED muy similar a la del iPhone. Esto quiere decir que emite luz, y por lo tanto no es tinta electrónica. Esto es importante: los actuales lectores eReader del mercado seguirán siendo bienvenidos y competitivos en ese aspecto. 


3) ¿Qué formatos de eBook podré leer en el iPad?


Independientemente de los libros que se adquieran desde la aplicación incorporada iBooks, el iPad será compatible con casi todas las aplicaciones ya existentes para iPhone / iPod touch de la AppStore. Eso incluye lectores libres de libros en formato EPUB como el Stanza, o lectores de PDF como GoodReader o PDF Pro. Así que, en efecto, como la mayoría del resto de eReaders, soportará estos formatos populares: PDF y EPUB


Además, como existirá una versión con conexión WiFi y 3G, será posible utilizar los enlaces interactivos que tengan los libros, que nos podrán llevar a un destino dentro del libro (un capítulo, por ejemplo) o a consultar una página web.


4) ¿Los libros que compré en la iBooks store, los podré leer luego en otro lado?


Parece ser que no


Los libros EPUB con protección DRM de Apple, comprados en la iBooks store, solo podrán ser leídos en el iPad (o en un iPhone o iPod Touch), pero no podrán ser transferidos a la mayoría de lectores de tinta electrónica como el Sony Reader o el Nook. A día de hoy la mayoría de libros electrónicos que se venden con protección anticopia DRM están encriptados por Adobe Content Server, y la plataforma DRM de Apple es claramente la competencia a éste. Éste será sin duda un tema polémico.


5) ¿Qué software y conocimientos necesitaré para poder editar y publicar libros para el iPad?


Existen a mi modo de ver dos opciones. Una es optar por el canal de distribución de la iBooks store. En ese caso, al igual que pasa con las actuales distribuidoras de eBooks, habrá que entregar el libro en formato EPUB a la iBooks Store (es decir, a Apple) para que lo encripte y comercialice. Esto implica saber maquetar libros en formato EPUB, con las diferentes herramientas que existen a tal efecto en el mercado.


La otra opción es seguir editando los libros en EPUB pero encapsularlos en una aplicación independiente para iPad, que se pueda comprar en la AppStore. Esto hará que el libro, además de poder añadir toda la interactividad rica que permita una aplicación multimedia para esta plataforma, poder comercializar el libro simultáneamente para iPad, iPod touch y iPhone. Para desarrollar aplicaciones para la AppStore hay que darse de alta como desarrollador de Apple, adquirir el SDK y empezar a rascar código. No, ¡no salgáis corriendo todavía! Es posible hacer el grueso del libro el HTML y CSS y luego meterlo en una aplicación que haga las veces de contenedor.


Una tercera vía sería la de editar documentos desde el mismo iPad, ya que dispondrá de una versión «light» de iWork, lo que incluye el programa de autoedición Papers. Lo que desconozco es si este Papers será capaz de exportar en formato EPUB para poder posteriormente venderlo en la iBooks store.


Quizás sí la mala noticia es que el iPad, anunciado como algo mágico, revolucionario y tecnológicamente avanzado, haya apostado por ser conservador a la hora de los formatos de libro digital. Es decir, y como ya se ha manifestado en otros blogs, se adaptan los soportes nuevos al estilo viejo de hacer libros en lugar de reinventar el concepto de libro para sacarle partido a los nuevos soportes. En esa línea, los libros multimedia interactivos en Flash, otro tema muy interesante, no podrán visualizarse en el iPad. Un error en mi opinión. Los nuevos libros tienen que abrirse paso, y no ponerles palos en las ruedas haciendo un gadget de lo más «cool», donde se pasan páginas que parecen pergaminos con el dedo. 


Ya veremos. En cualquier caso pasarán meses hasta que veamos a la gente con la mirada enganchada a su iPad 🙂





















Protección DRM ¿Alquilar o vender libros?

En un post anterior expliqué con detalle el proceso de compra de un eBook en un portal de venta directa de libros electrónicos, concretamente en leqtor.com. Estaba pensando que quizá debería cambiar el título de dicho post. En lugar de que rezara «Cómo comprar…» tendría que decir «Cómo alquilar…»

¿Por qué? el libro que descargué era un eBook en formato PDF, protegido con DRM. El acrónimo DRM viene de Digital Rights Management, es decir Gestión de Derechos Digitales. Es una forma de encriptar el contenido de un archivo digital de forma que solamente pueda ser interpretado por el o los dispositivos autorizados a hacerlo. Dicho de otro modo más simple, un archivo protegido con DRM solo lo puedes leer/escuchar/ver tú, nada más. Una canción protegida con DRM sólo será posible reproducirla en tu ordenador y en tu iPod. Un eBook protegido con DRM sólo será posible leerlo en tu ordenador y en tu eReader. La intención es que, al ser tan sencillo distribuir, enviar por correo electrónico una copia del archivo, se acaben vendiendo a penas un puñado de unidades del producto. De este modo, para poder disfrutar de ese archivo, cada persona tendrá que comprar una copia distinta.


La historia del DRM es corta y controvertida. El servicio de compra de música online de iTunes, a día de hoy el mayor del mundo, empezó ofreciendo la posibilidad de comprar canciones sueltas de un álbum, a un precio estratégico de 99 céntimos. Esta opción tuvo mucha aceptación y las ventas iban bien. Los archivos que se descargaban no eran simples .mp3 abiertos si no encriptados con DRM. Es decir, aunque era posible conocer la ubicación del fichero que contenía la canción, copiarlo y enviarlo a un amigo no servía, puesto que al intentar reproducirlo en otra máquina, daba un mensaje de error (estaba encriptado). 


Al comprar una canción (cosa que sólo se podía realizar desde el programa iTunes), el comprador debía identificarse con su Apple ID. De este modo cualquier descarga comprada era cifrada en tiempo real por un servidor de encriptación, basada en sus datos de usuario. El archivo sólo funcionaría en un dispositivo autorizado para ese usuario solamente.


Del mismo modo, para comprar un eBook, se utiliza el software de Adobe Digital Editions (ADE), que necesita que nos identifiquemos con un Adobe ID, y todos los libros que se descarguen (compren) durante esa sesión, estarán encriptados con nuestros datos, y solo se podrán leer en aquellos dispositivos autorizados por nosotros con nuestra cuenta de usuario. Si se adquiere un eBook mediante esta plataforma, aunque se sepa y se tenga acceso al documento EPUB del libro, y se intente «destriparlo» para acceder a sus contenidos, el resultado es algo parecido a ésto:




ya que ha sido encriptado en vivo utilizando el software de servidor ACMS (Adobe Content  Server).


Es decir, realmente no estamos adquiriendo el libro electrónico en propiedad. Lo que estamos haciendo es pagar una cuota de alquiler, un permiso para poder leerlo. No es posible prestar el libro, y transferirlo al ordenador nuevo que nos compremos es un proceso menos sencillo que simplemente copiar y pegarlo.


Pagar por obtener un eBook con DRM es realmente alquilarlo, no comprarlo.


Esta realidad ha provocado numerosas quejas por parte de los usuarios, que ven con recelo este modelo de negocio, y encuentran frustrante pagar por algo que a la postre, no será suyo. Sin embargo las editoriales lo ven de momento como la única solución para poder mantener el negocio y evitar que sus libros en formato electrónico viajen a toda velocidad de correo en correo o vivan alegremente en las abundantes redes de intercambio de archivos.

Sin embargo, están surgiendo iniciativas pioneras por parte de importante editoriales en la dirección de trascender la mordaza del DRM, del mismo modo que en su día Apple decidió dejar de vender canciones encriptadas. La editorial O’Reilly, número uno mundial en edición de libros técnicos sobre informática, decidió vender sus libros electrónicos directamente sin cifrar, en formato PDF, EPUB, mobi, Android


El resultado es desconcertante: han aumentado sus ventas de eBooks en un 104%, atizado quizás por el éxito del experimento realizado por el célebre periodista / autor / editor David Pogue poniendo en circulación el PDF abierto de uno de sus «Missing Manuals». A día de hoy es posible entrar en la tienda online de O’Reilly y comprar uno de sus libros en formato eBook y disfrutarlo en formato abierto. 


Lógicamente esto hará que dichos libros circulen en todo tipo de redes de intercambio de ficheros. Yo mismo acabo de hacer la prueba de buscar títulos de O’Reilly en diferentes de estas redes y en pocos minutos me he hecho con diversos PDFs con los títulos más populares de la colección.


Búsqueda pirata de libros de programación



Entonces…¿dónde está el negocio? ¿Proteger la copia ilegal con DRM y alquilar los libros, o venderlos desprotegidos?


Probablemente tengan que convivir ambos sistemas. 


Si un libro (que no sea un best-seller) en formato electrónico tiene un precio lo suficientemente asequible y es lo suficientemente fácil de adquirir; no valdrá la pena «buscarse la vida» intentando encontrarlo en versión «pirata» por alguna red de intercambio. 


Hace algún tiempo adquirí un libro electrónico (precisamente de O’Reilly) en formato iPhone a través de la AppStore de Apple. Fue tan sencillo como hacer un solo «clic» y en 20 segundos el libro entero estaba a mi disposición en mi teléfono, a cambio de 3,99 euros (cuando el mismo libro en versión papel cuesta alrededor de los 40). Con esas facilidades, ni me planteé descargarlo pirateado. 


la aplicación de la esquina superior derecha es
un libro comprado directamente online



Es posible que para algunos eBooks más técnicos y para los best-sellers se imponga el alquiler de los libros con DRM, pero para la inmensa mayoría de títulos del mercado, baste con descargarlos en abierto a un precio razonable. Para los libros a la venta, claro está. Para el resto puede ser suficiente con aplicar los diferentes tipos de licencias Creative Commons que hay disponibles.


¿Qué opináis vosotros?












Medidas y tamaños en CSS

Los libros electrónicos en formato EPUB usan, como las páginas web en HTML, estilos CSS. Es esta hoja de estilos CSS la responsable de aplicar un tamaño de letra a los diferentes párrafos, titulares, etc. así como determinar la medida de las imágenes, los márgenes, etc.


Ahora bien, existen multitud de varas de medir en CSS. Hay unidades que son absolutas (como el centímetro, el píxel) y otras que son relativas al tamaño de la pantalla o al tamaño de la tipografía. Si a esto le sumamos que hay multitud de tamaños de pantalla o visor, junto con otra disparidad de resoluciones de los diferentes dispositivos, el barullo con el que se enfrenta el diseñador a la hora de maquetar un libro electrónico o una página web puede llegar a ser considerable.


Para intentar arrojar algo de luz sobre este asunto, he preparado un pequeño experimento sobre medidas en diferentes unidades aplicadas a una hoja de estilos de un eBook. Pero antes, un breve repaso a las principales unidades de medida que se emplean en CSS:

  • Centímetros (cm), pulgadas (in) y  milímetros (mm): se emplean para maquetaciones en papel y quizá también para lectores de tinta electrónica
  • Puntos (pt): es por definición un píxel en una pantalla de resolucón 72 dpi, o sea, 1/72 de una pulgada. Las pantallas tienen una resolución aproximada a esta, pero difieren entre sí.
  • Píxels (px): un punto en una pantalla, sea cual sea su resolución
  • Eme (em): tradicionalmente en tipografía es la anchura de la caja de la letra EME, que es la más ancha de todas (en tipografías de ancho de caja variable). Es una unidad relativa entonces al tamaño de la tipografía, sea cual sea ésta.
  • Porcentaje (%): es una unidad relativa al tamaño del visor del documento. En una página web, es relativa la anchura (o altura) de la ventana del navegador. En un eBook, será relativa la anchura de la pantalla de visualización.
Para este experimento, lo que hice fue modificar la hoja de estilos CSS de un libro electrónico en formato EPUB. Concretamente, varié el margen interior del libro (el «padding») y le puse varios valores en varias medidas, en concreto: 3 em, 20%, 50px, 20 pt y 3 cm. 

A continuación, me puse a medir literalmente sobre la pantalla de mi ordenador y sobre la pantalla de mi lector de eBooks para comprobar sobre el terreno si los cambios que había introducido se correspondían con la realidad. Éste es el resultado de mi experimento:

CASO DE 3 em

Debido a que en la hoja de estilos, el tamaño de la tipografía estaba establecido a 1em, lo que hice fue literalmente colocar «emes» en el margen y contarlas, tanto en la pantalla del ordenador (usando Adobe Digital Editions, ADE) como en la pantalla del lector Cool-er; y variando el tamaño de la tipografía con los controles a tal efecto en ambos dispositivos.

En el caso de la combinación ordenador/ADE al 100% y 200% de tamaño de la tipo:

(tamaño natural)
(primer aumento)


podemos ver como efectivamente el margen mide 3em. En el caso del eReader la cosa cambió:

(tamaño natural)
(primer aumento)



aunque parece que el tamaño del margen se mantiene proporcional (1 cm vs. 1,5 cm medido directamente en pantalla), no es exactamente el tamaño de tres cajas de eme mayúscula.

CASO DE 20%

En el caso de un margen del 20%, es preciso tanto aumentar y disminuir el tamaño de la tipografía como el de la ventana del visor. Claro, esto no es posible para el eReader, ya que el tamaño de la pantalla es el que es y no se puede cambiar físicamente. En el caso del ADE, es el tamaño de la ventana de la apliación, así que es sencillo. 

  • Cool-er: el margen se mantiene idéntico para cualquier aumento de la tipografía. Midiendo la proporción con una regla entre el margen y la anchura de la pantalla, obtengo el cociente 1,8/9 cm = 20%. Perfecto. El porcentaje es la solución óptima para mantener siempre la misma anchura de margen para un libro dentro de un eReader.
  • ADE: Para el tamaño natural de tipografía y un tamaño arbitrario de la ventana, y midiendo en píxels, obtengo el cociente 118/600 (19,7%). Cambio el tamaño de la tipografía así como el tamaño de la ventana y obtengo el cociente 86/432 (19,9%). Perfecto nuevamente. El margen se mantuvo proporcional.
CASO de 50 píxeles

Aquí hay un pequeño problema: no se como medir píxeles en el eReader, ya que las medidas las hago con una regla normal y corriente, que va bien para hacer medidas relativas, pero no contar puntitos. En el caso del ordenador tengo una pequeña utilidad que es una regla virtual, que me deja medir en pulgadas, píxels y centímetros:
(midiento el tamaño de una EME) en píxels
Los resultados fueron los siguientes:

  • Ordenador/ADE: diferentes tamaños de ventana, diferentes aumentos, y siempre estaba ahí el margen de 50 píxels, clavado. Perfecto.
  • Cool-er: el margen se escala de manera proporcional a medida que aumento el tamaño de la tipografía. Esto no es obviamente lo que uno espera para una medida fijada en concreto. Además, las medidas que tomé sobre la pantalla (en cm.) no parecían guardar correlación con los 50 píxeles dados. Por ejemplo, para el tamaño natural, el margen fue de 1 centímetro. Teniendo en cuenta que la resolución de la pantalla del Cool-er es de 170 ppp (píxels por pulgada), un margen de 1 centímetro debería corresponder a un tamaño de 67 píxels, no de 50. Así que, de momento, misterio…

CASO de 20 PUNTOS

En este caso hay que tener en cuenta la resolución exacta del dispositivo. En el caso del Cool-er, como ya se mencionó antes, es de 170 ppp (píxels por pulgada). En el caso de mi MacBook de 13,3″ es de 96 ppp. 

Aquí me encontré con un caso similar al de los 50 px, es decir, midiendo píxeles en la pantalla del ordenador (nuevamente cambiando tamaños de tipo y ventana) me daba siempre 27 píxels. Teniendo en cuenta la resolución de mi pantalla, salen unos 20,3 puntos (el cálculo lo dejo como ejercicio al lector) bastante aproximado a los 20 puntos del estilo.

En el caso del Cool-er, me salen nuevamente medidas proporcionales, que cambian con el tamaño de la tipografía, pero que al intentar hacer el cálculo equivalente con la resolución de 170 pp me salen valores lejanos a los 20 puntos (40, 54, etc.)

CASO de 3 CENTÍMETROS

En un nuevo intento de fijar el margen del libro en un valor fijo y ahora además en una unidad «de papel», propuse a la hoja de estilos CSS un valor del padding de 3 cm. El resultado es el siguiente:

  • Ordenador / ADE: tamaño invariable medido de 113 píxels. A la resolución de pantalla dada, esto da efectivamente 3 cm (nuevamente dejo el cálculo como ejercicio). Perfecto.
  • Cool-er: nuevamente me encuentro con tamaños de margen variables y proporcionales al tamaño de la letra. Para el tamaño natural, mido 1,9 cm, para el primer aumento 3,3 cm, etc. Aquí está la prueba:
Conclusiones

Después de medir medir y medir, podemos sacar algunas conclusiones:

  1. La única manera de mantener un margen del libro fijo en el eReader es usar la unidad porcentaje (%). Casualmente, una opción que en el Adobe Digital Editions dependerá del tamaño de la ventana.
  2. El lector Cool-er (almenos) escala proporcionalmente otras medidas del documento además del tamaño de letra, cuando se pulsa el botón de cambiar ésta y parece que no respeta una medida fija, sea cual sea ésta. Esto concuerda con el comportamiento de las imágenes, que se escalan proporcionalmente aunque en la hoja de estilos tengan un tamaño fijo (cosa que no sucede en el ADE).
  3. Emplear la unidad EME (em) puede ser lo más óptimo ya que se adapta a cambios en el diseño que incluyan el uso de otra tipografía, aunque ésta no sea occidental.
Espero que este post os haya ayudado a entender un poco las unidades de medida en el mundo de la publicación de documentos digitales.

Revisando el Kindle


He tenido la oportunidad de probar en mis manos un lector Kindle, el de Amazon. Y he aquí el relato de mi breve experiencia con él, comparándolo con otros lectores «eReader» con los que he podido jugar, leyendo ficheros desde Amazon.com, en su formato propio (.azw):


1) Herramientas y utilidades: además de las habituales de cualquier lector, como cambiar entre diferentes tamaños de letra, existen otras como elegir el número de líneas que se desea visualizar por página, lo que modifica los márgenes interiores. Además, existe la posibilidad de leer en voz alta los contenidos («text-to-speech»):



2) El Kindle tiene la posibilidad de conectar a internet mediante wireless, para poder navergar por la web, conectarse a la tienda de Amazon para comprar libros directamente (o descargar una previa de ellos). Este eReader se compró por correo desde EEUU, por lo que, además estar solo en inglés, no permite descargar páginas web, servicio que está restringido para algunos países (!), pero sí consultar la wikipedia:


Creo que lo más interesante es poder probar los libros antes de comprarlos:



3) Otra ventaja del Kindle es que incorpora un diccionario que define cada una de las palabras de un libro, solamente con pasar por encima el cursor deslizante. Por otro lado, el teclado permite acumular anotaciones de texto en cualquier párrafo.


4) Una curiosidad: descargué una porción de un libro que contenía fórmulas matemáticas (un caballo de batalla del cual hablaré pronto en este blog)  y, al refluir el texto, ni éstas se desmontaban pero tampoco perdían definición. Desconozco si están rasterizadas a alta resolución, o qué… (nota: si alguien lo sabe, le agredeceré que use la sección de comentarios ;-P  )




Además de estas apreciaciones, el Kindle junto con su funda protectora me pareció algo pesado (quizás porque estoy acostumbrado al Cool-er) y el tamaño del área de lectura me pareció pequeño en proporción al tamaño del lector, debido quizás a la necesidad de introducir un teclado. En general me parece un producto bien acabado, con detalles finos, pero no lo acabo de ver como el más competitivo del mercado. Quizá en parte por la rigidez en admitir diversos formatos de archivo.


¡ Gracias, Santi !